viernes, 4 de julio de 2008

“El uso de la tecnología por docentes a través del tiempo”




“No es que no intentemos muchas cosas porque son difíciles, sino que son difíciles porque no las intentamos” -Séneca-

El maestro en su diaria convivencia con sus alumnos, tiene la oportunidad de guiar, conocer y evaluar la potencialidad y la sensibilidad de todas las personas que forman su grupo. Es capaz de distinguir y descubrir en ellos, talentos que a veces ni siquiera sus propios padres lo han hecho. Y no solo los descubre, sino los pone de manifiesto sacándolos a la luz y hace que los desarrolle al máximo.

De acuerdo con Hernández[1], cuando dice que el maestro descubre a los “libres” del grupo, los hace sus aliados para lograr metas conjuntas. El maestro descubre cualidades en cada niño, en cada joven, y las hace patentes para que ellos se valoricen y se respeten”.

Para logra estos objetivos, el docente no puede dejar a un lado dos factores importantes en el entorno educativo:
1) La competencia desleal de diversos estímulos que impactan en todo momento a los alumnos (tales como: estereotipos, medios de comunicación y tecnología cada vez mas a la mano de cualquiera) que hacen que el solo discurso de la persona frente al grupo quede totalmente obsoleta y sea insignificante a los medios usados por el alumno, logrando éstos la fácil captación, que se trasforma en distractores en clase.
2) La necedad del docente de no actualizarse ni hacer uso de nuevas tecnologías, con las que sí se podría competir por la atención del grupo.

Ahora bien, hablaré de mis experiencias en cuanto al uso de la tecnología como docente. Aún recuerdo hace como diez años, ese temblor y nerviosismo inexplicable pero a su vez maravilloso de esa mi primera experiencia frente a un grupo como el maestro titular. Cabe mencionar que a eso antecedió una noche expectante, llena de insomnio; pero que tenía la confianza de haber preparando una clase diga de ser escuchada por cualquier persona habida de conocimiento.

Llego ese día tan deseado y sin más, tome mi todas mis tizas multicolores y a llenar el pizarrón de información sumamente útil; afortunadamente tenía otro pizarrón al extremo del salón, donde pude pegar ese brillante material plasmado en pliegos y pliegos de papel bond… el resultado fue notable, conseguí captar su atención durante 15 minutos (tiempo que me tarde en hacer todo el protocolo anterior), una vez dispuesto todo el material y mi brillante cátedra, si mantuve su atención 5 minutos más sería exagerar. Todo lo anterior me resultó frustrante cuando dejaban de escucharme y se enfrascaban en artefactos tecnológicos como celulares, videojuegos, etc. ¿Qué daban ellos que mi discurso de alta escuela no les ofreciera?

La explicación es muy fácil y obvia. Me di a la tarea de hacerle frente a esos medios con algo similar, eche mano de cuanta tecnología estuviese a mi alcance: un proyector de acetatos y una grabadora. La competencia seguía siendo desigual, pero un mucho se logró. Algunos ya me empezaban a escuchar.

Debo reconocer que hoy en día, la competencia se ha igualado. El hacer uso de ciertos medios, tales como computadoras y todas las maravillas que conlleva, ya que la información está mas a la mano. La presentación es más ágil y divertida; y no hay que olvidar que las ilustraciones antes solamente narradas, hoy ya pueden ser vistas (como el hermafrodismo, consecuencias de las adicciones, de un aborto, etc.) y por supuesto que eso impacta mucho más que la sola palabra.

Hay que tomar en cuenta que no solo la tecnología es la única vía para impactar a los alumnos; también está la empatía, el cariño por la profesión, el tiempo de calidad brindado a cada uno de ellos y al grupo en general, entre muchos más factores; por lo tanto no hay que olvidar que lo mas importante de un grupo son las personas sean docentes o dicentes; y a su vez no hay que olvidar que cualquier apoyo extra nunca estará de sobra.

“El que ha empezado tiene la mitad de la tarea” -Horacio-
[1] Hernández, H. (2005) “El arte de ser maestro”. Edamex: Méx.